Miembros de la comisión Directiva del Sindicato de Amas de Casa de Corrientes mantuvieron una reunión con el Arzobispo de Corrientes, Andrés Stanovnik, oportunidad en que dialogaron acerca de la función social de la entidad, sobre la igualdad de género, la situación actual de madres correntinas, entre otras cosas.
El máximo referente de la Iglesia, alentó a las integrantes del sindicato a continuar trabajando en beneficio de la mujer y sus familias.
El encuentro se desarrolló el miércoles 4 de diciembre en el salón de audiencias de la Arquidiócesis de Corrientes.
La secretaria general del Sindicato de Amas de Casa, Elvira Miranda le explicó a monseñor en que consiste la tarea del organismo e hizo una breve reseña de las actividades más destacadas de estos 25 años de vida.
Por su parte el Arzobispo expresó que “es un trabajo arduo, difícil, que muchas veces no es reconocida”.
Asimismo, la titular de la entidad mencionó el logro del último año, que es incorporar en la Constitución Provincial, el derecho a la igualdad de oportunidades y el salario para las mujeres que desarrollan trabajo en el hogar.
También nombró la situación precaria que viven madres de zonas rurales, o el caso de la desprotección de mujeres presas.
En este sentido Stanovnik expresó la declaración que hace la Iglesia en el documento de Aparecida, referido a la necesidad de rescatar el valor de la familia.
“Hay que transmitir que hay amenazas constantes, pero que hay alternativas positivas, como la de este sindicato, que realizan acciones para conservar los valores”.
Finalmente el Arzobispo se dirigió a las mujeres de la comisión directiva del Sindicato de Amas de Casa y les dijo: “Lo de ustedes tiene futuro, las felicito y las animo”.
APARECIDA
Vale destacar que en el Documento de Aparecida, que surgió de la V Conferencia Episcopal Latinoamericana, fija las prioridades pastorales de la Iglesia en el continente.
En esta importante declaración se hace referencia a la mujer y a la igualdad de oportunidades:
*Desde la antropología cristiana se resalta la igual dignidad entre varón y mujer en razón de ser creados a imagen y semejanza de Dios.
La relación entre la mujer y el varón es de reciprocidad y colaboración mutua. Se trata de armonizar complementar y trabajar sumando esfuerzos. La mujer es corresponsable, junto con el hombre, ante el presente y el futuro de nuestra sociedad humana.
Lamentamos que innumerables mujeres de toda condición no son valoradas en su dignidad, quedan con frecuencia solas, abandonadas, no se les reconoce suficientemente su abnegado sacrificio e incluso heroica generosidad en el cuidado, educación de los hijos ni en la transmisión de fe en la familia, no se valora ni promueve adecuadamente su indispensable y peculiar participación en la construcción de una vida social mas humana y en la edificación de la Iglesia.
Urge valorar la maternidad como misión excelente de las mujeres. Esto no se opone a su desarrollo profesional y al ejercicio de todas sus dimensiones, lo cual nos permite ser fieles al plan originario de Dios que da a la pareja humana de forma conjunta la misión de mejorar la tierra. La mujer es insustituible en el hogar, la educación de los hijos, la transmisión de la fe.
La sabiduría del plan de Dios nos exige favorecer el desarrollo de su identidad femenina en reciprocidad y complementariedad a la identidad del varón. Por eso la Iglesia está llamada a compartir, orientar, y acompañar proyectos de promoción de la mujer con organismos sociales ya existentes, reconociendo el ministerio esencial y espiritual que la mujer lleva en sus extrañas: recibir la vida, acogerla, alimentarla, darla a luz, sostenerla, acompañarla y desplegar su ser de mujer creando espacios habitables de comunidad y de comunión
La maternidad no es exclusivamente biológica, sino que se expresa de diversas maneras. La vocación materna se cumple a través de muchas formas de amor, contención y servicio a los demás. La dimensión maternal también se concreta, por ejemplo, en la adopción de niños, ofreciéndolos protección y hogar. El compromiso de la Iglesia en este ámbito es ético y profundamente evangélico.
El máximo referente de la Iglesia, alentó a las integrantes del sindicato a continuar trabajando en beneficio de la mujer y sus familias.
El encuentro se desarrolló el miércoles 4 de diciembre en el salón de audiencias de la Arquidiócesis de Corrientes.
La secretaria general del Sindicato de Amas de Casa, Elvira Miranda le explicó a monseñor en que consiste la tarea del organismo e hizo una breve reseña de las actividades más destacadas de estos 25 años de vida.
Por su parte el Arzobispo expresó que “es un trabajo arduo, difícil, que muchas veces no es reconocida”.
Asimismo, la titular de la entidad mencionó el logro del último año, que es incorporar en la Constitución Provincial, el derecho a la igualdad de oportunidades y el salario para las mujeres que desarrollan trabajo en el hogar.
También nombró la situación precaria que viven madres de zonas rurales, o el caso de la desprotección de mujeres presas.
En este sentido Stanovnik expresó la declaración que hace la Iglesia en el documento de Aparecida, referido a la necesidad de rescatar el valor de la familia.
“Hay que transmitir que hay amenazas constantes, pero que hay alternativas positivas, como la de este sindicato, que realizan acciones para conservar los valores”.
Finalmente el Arzobispo se dirigió a las mujeres de la comisión directiva del Sindicato de Amas de Casa y les dijo: “Lo de ustedes tiene futuro, las felicito y las animo”.
APARECIDA
Vale destacar que en el Documento de Aparecida, que surgió de la V Conferencia Episcopal Latinoamericana, fija las prioridades pastorales de la Iglesia en el continente.
En esta importante declaración se hace referencia a la mujer y a la igualdad de oportunidades:
*Desde la antropología cristiana se resalta la igual dignidad entre varón y mujer en razón de ser creados a imagen y semejanza de Dios.
La relación entre la mujer y el varón es de reciprocidad y colaboración mutua. Se trata de armonizar complementar y trabajar sumando esfuerzos. La mujer es corresponsable, junto con el hombre, ante el presente y el futuro de nuestra sociedad humana.
Lamentamos que innumerables mujeres de toda condición no son valoradas en su dignidad, quedan con frecuencia solas, abandonadas, no se les reconoce suficientemente su abnegado sacrificio e incluso heroica generosidad en el cuidado, educación de los hijos ni en la transmisión de fe en la familia, no se valora ni promueve adecuadamente su indispensable y peculiar participación en la construcción de una vida social mas humana y en la edificación de la Iglesia.
Urge valorar la maternidad como misión excelente de las mujeres. Esto no se opone a su desarrollo profesional y al ejercicio de todas sus dimensiones, lo cual nos permite ser fieles al plan originario de Dios que da a la pareja humana de forma conjunta la misión de mejorar la tierra. La mujer es insustituible en el hogar, la educación de los hijos, la transmisión de la fe.
La sabiduría del plan de Dios nos exige favorecer el desarrollo de su identidad femenina en reciprocidad y complementariedad a la identidad del varón. Por eso la Iglesia está llamada a compartir, orientar, y acompañar proyectos de promoción de la mujer con organismos sociales ya existentes, reconociendo el ministerio esencial y espiritual que la mujer lleva en sus extrañas: recibir la vida, acogerla, alimentarla, darla a luz, sostenerla, acompañarla y desplegar su ser de mujer creando espacios habitables de comunidad y de comunión
La maternidad no es exclusivamente biológica, sino que se expresa de diversas maneras. La vocación materna se cumple a través de muchas formas de amor, contención y servicio a los demás. La dimensión maternal también se concreta, por ejemplo, en la adopción de niños, ofreciéndolos protección y hogar. El compromiso de la Iglesia en este ámbito es ético y profundamente evangélico.
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